-Los Antiguos Astronautas-
Beast Discos 2017
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Beast Discos 2017
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Intensidad y cohesión son elementos que muy a menudo se pierden el uno del otro. Claro, cuando la energía explota y se expande, se hace más difícil el control, que es uno de los pasos que –inadvertida o conscientemente– debe existir para que un todo siga siéndolo y no termine en la mera suma de sus partes.
En la música estos dos conceptos se entrelazan, pero también se pierden, en especial cuando la decisión es que no exista relación estricta. Por eso, lo que consiguen trabajos como el nuevo disco de Portugal, el primero en cuatro años, es una rareza deseable y, al final, disfrutable.
Aunque Portugal como banda tuvo un receso de tres años, queda claro que la capacidad de Mariano Hernández, vocalista y principal compositor del conjunto, no descansó, sino que se maceró para que el foco estuviera más acertado que nunca.
"Los Antiguos Astronautas" es un disco que no tiene sobras, y donde el proceso de edición de las letras y de las ideas musicales hace que el resultado final sea compacto y aun así exista esa sensación de expansión, casi como el universo, casi con una mirada hacia el primer disco de la banda, "Viajes de Memoria" (2010).
Es este el concepto que no se explicita, pero que aparece como un articulador que tiende puentes delgados como hilos, aunque fuertes como telarañas. Todo aparenta una sensación espacial, a veces de estar flotando en el espacio exterior, otras de advertir un paisaje estelar, y otras de estar en la cara oscura de un cuerpo celeste, todo esto cruzado por un sonido reconocible pero nunca repetitivo, y un Mariano cuya afectación al cantar es creíble, agregando un halo de urgencia para un álbum que en manos menos intensas podría quedar en la melosidad irrelevante.
Las referencias al espacio no sólo se dan en el título del disco, sino que en apuntes sobre Cassiopeia en “Los Dolores Conocidos”, también en un tema llamado “Laniakea”, como el supercúmulo donde está la Vía Láctea, y “Supervivencia” se recoge, pero entrega la perspectiva del paso del tiempo en la Tierra y la expansión propia de la humanidad.
A Portugal le queda cómoda la sofisticación, quizás siendo este el disco de mejor sonido en que haya trabajado la dupla de Felipe Castro (quien también es guitarrista de la banda) y Nicolás Vilaxa, porque las texturas y las melodías se advierten con claridad y los detalles como las percusiones de “Gerroa” no se esconden.
Después de un episodio tan desgarrador como fue "Kaipaan Sinua" (2013), Portugal echa pie atrás en la entrega total y, en ese control, aparece la fluidez de un trabajo más maduro, uno que también progresa en la profesionalización de una banda que, aunque anteriormente sonaba y tenía una fanaticada no menor, con "Los Antiguos Astronautas" está dando un claro paso adelante en su evolución. Y con potenciales éxitos como “Pixel”, “Imperio” o “Carnaval” es difícil que esta encarnación de Portugal sea la que tenga lo mejor de sus dos mundos pasados para –como diría la teoría del Big Bang– derivar en un universo que se sigue expandiendo y cuyos límites son tan indefinidos como cautivantes.
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En la música estos dos conceptos se entrelazan, pero también se pierden, en especial cuando la decisión es que no exista relación estricta. Por eso, lo que consiguen trabajos como el nuevo disco de Portugal, el primero en cuatro años, es una rareza deseable y, al final, disfrutable.
Aunque Portugal como banda tuvo un receso de tres años, queda claro que la capacidad de Mariano Hernández, vocalista y principal compositor del conjunto, no descansó, sino que se maceró para que el foco estuviera más acertado que nunca.
"Los Antiguos Astronautas" es un disco que no tiene sobras, y donde el proceso de edición de las letras y de las ideas musicales hace que el resultado final sea compacto y aun así exista esa sensación de expansión, casi como el universo, casi con una mirada hacia el primer disco de la banda, "Viajes de Memoria" (2010).
Es este el concepto que no se explicita, pero que aparece como un articulador que tiende puentes delgados como hilos, aunque fuertes como telarañas. Todo aparenta una sensación espacial, a veces de estar flotando en el espacio exterior, otras de advertir un paisaje estelar, y otras de estar en la cara oscura de un cuerpo celeste, todo esto cruzado por un sonido reconocible pero nunca repetitivo, y un Mariano cuya afectación al cantar es creíble, agregando un halo de urgencia para un álbum que en manos menos intensas podría quedar en la melosidad irrelevante.
Las referencias al espacio no sólo se dan en el título del disco, sino que en apuntes sobre Cassiopeia en “Los Dolores Conocidos”, también en un tema llamado “Laniakea”, como el supercúmulo donde está la Vía Láctea, y “Supervivencia” se recoge, pero entrega la perspectiva del paso del tiempo en la Tierra y la expansión propia de la humanidad.
A Portugal le queda cómoda la sofisticación, quizás siendo este el disco de mejor sonido en que haya trabajado la dupla de Felipe Castro (quien también es guitarrista de la banda) y Nicolás Vilaxa, porque las texturas y las melodías se advierten con claridad y los detalles como las percusiones de “Gerroa” no se esconden.
Después de un episodio tan desgarrador como fue "Kaipaan Sinua" (2013), Portugal echa pie atrás en la entrega total y, en ese control, aparece la fluidez de un trabajo más maduro, uno que también progresa en la profesionalización de una banda que, aunque anteriormente sonaba y tenía una fanaticada no menor, con "Los Antiguos Astronautas" está dando un claro paso adelante en su evolución. Y con potenciales éxitos como “Pixel”, “Imperio” o “Carnaval” es difícil que esta encarnación de Portugal sea la que tenga lo mejor de sus dos mundos pasados para –como diría la teoría del Big Bang– derivar en un universo que se sigue expandiendo y cuyos límites son tan indefinidos como cautivantes.
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