jueves, 24 de octubre de 2013

RUI DÍAZ & LA BANDA IMPOSIBLE / HOTEL MASADA

-Hotel Masada-
Autoeditado 2013
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Os presentamos el primer EP de Rui Díaz & La Banda Imposible.
"Hotel Masada" consta de seis canciones con puro sabor a folk americano.

A continuación, el mismo autor habla sobre ellas:

"El mejor momento" 
Alguna vez he comentado que la letra está inspirada en un momento de la novela «Verano de corrupción/Alumno aventajado», de Stephen King (dentro de la colección Las cuatro estaciones). La imagen que me inspiró la canción fue la de un personaje que acaba subido a un árbol con un rifle en la mano, disparando a la gente mientras levanta los brazos al cielo y grita: «¡soy el rey del mundo!». Siempre tuve muy claro cómo quería que fuese la estructura musical de la misma y, de hecho, Paco (Niño Crudo) y yo grabamos una demo hace muchísimo tiempo (mi parte con el móvil) en la que mi única indicación fue que quería que la canción fuese creciendo poco a poco y que los instrumentos se fuesen sumando hasta llenarlo todo de intensidad. Esta también fue la primera canción -de las seis que terminaron componiendo el EP- que dimos por terminada, hace aproximadamente un año. Dudamos en algún momento si dejarla sólo con piano, guitarra y armónica, pero al final nos decidimos por esta versión. Tal vez algún día se filtre esa grabación más "desnuda". Mayte Alvarado realizó el siguiente lyric video, que permitió presentaros a todos nuestro proyecto:
https://vimeo.com/57132499 

"Hotel Masada #202" 
La canción «Hotel Masada #202» surgió como un pequeño paréntesis dentro de lo que sería (y, espero, será) el LP «Los heraldos negros». Servía para presentar a la chica en la historia que contaban los distintos cortes del disco. Mentiría si dijese que en algún momento no se me pasó por la mente otra canción sobre un hotel escrita por Leonard Cohen. La historia que quería contar hablaba de un niño criado para la muerte y de cómo intentaba redimirse a través de un amor que poco a poco iba condenando y contaminando de su mismo destino. Revisando mis notas puedo leer: «La historia comienza con un rito de iniciación. "Balas pequeñas para Ray" -canción todavía inédita-. Ray, niño, se ve obligado a matar para hacerse un hombre y poder sobrevivir en su mundo, un mundo rodeado de sangre y violencia donde la inocencia sólo nace para poder morir». Después comenzaba la que acabaría siendo primera canción del EP «Hotel Masada», «El mejor momento», de la que tengo escrito: «La siguiente estampa es años más adelante. Ray se ha dejado vencer por el mundo en el que creció. La vida carece de sentido, no así la muerte. Se levanta una mañana, coge un arma, se sube a un árbol y comienza a disparar a la gente que pasa por allí». La siguiente imagen es la de la habitación #202 que aquí nos ocupa: «Pero de repente aparece algo en su vida que la dota de sentido: una mujer. Puede que al principio no le diga lo que hace para vivir, puede que sí. Eso no importa. Su vida cuando no está con ella no importa. Y los únicos momentos que cobran algo de importancia son aquellos en los que están juntos, tal vez en una habitación de hotel, entre las sábanas». En un primer momento pensé en un acompañamiento de cello para la guitarra, pero Paco (Niño Crudo) me pidió escribir los arreglos para cello, violín y viola, algo que, aseguraba, le hacía ilusión porque nunca lo había intentado. Me hizo prometerle que si los escribía tendría que grabarlos y, obviamente, no pude decirle que no. El resultado lo grabamos en el ECJ de Alburquerque con Carmen y Manu a las cuerdas, que, casi sin conocerme, me dijeron que sí. Después Paco hizo la mezcla y añadió el piano en la última parte. Es una de mis canciones favoritas. 

"Algo de suerte" 
Revisando mis notas sobre la canción «Algo de suerte» puedo leer: «Llega el momento. Hay que salir corriendo. Si le quiere, tendrá que escapar con él. Que no le pregunte lo que ha hecho. Que no sepa quién es para los demás, que no sepa quién dicen los demás que es; que él sólo es él cuando está con ella. Lo que piensen los demás no importa. No ha llegado el momento de pagar por sus pecados. No si eso significa perderla. Antes escaparán. Y que nadie se interponga en su camino... o se arrepentirán». La canción nace como una especie de road movie. Es una canción que versa sobre escapar, pero hacia adelante, marcando una similitud con el Masada del título del EP: no hay posibilidad de rendición, antes incluso llegará la muerte. Y están preparados para ello. La visión de Paco (Niño Crudo) y la mía diferían ligeramente sobre este tema. Yo la veía más potente y eléctrica, con un e-bow y una guitarra eléctrica con wahwah para marcar el cambio al puente, tal y como la tenía concebida para mi anterior grupo, Ombú. Sin embargo, y como no me cansé de decirle a Paco en todo este camino: él era el productor y yo me fiaba de él plenamente. Le dio un toque jazzero al tema que en el puente remarcaba aún más el carácter de americana de la canción. Recuerdo un día que me escribió para decirme que se le había ocurrido una locura: un acordeón. Y le dije que sí al momento. El estribillo ganó fuerza y el solo entre las dos primeras estrofas acabó siendo lo que es: una maravilla. 

"Servicio de lavandería"
 La segunda parte de toda la historia de «Los heraldos negros» apenas la tengo anotada. Es la parte dedicada a la pérdida y a la condena, el momento en el que él descubre que ella no le ha esperado. «Y entonces viene el autoengaño, el buscarla, encontrarla, volverla a perder, decirle que la odia, que probablemente la odie, pero que eso sólo significa que la sigue queriendo. Y, por fin, entender que todo fue sólo un espejismo, que desde el primer momento Ray nunca tuvo una oportunidad real de escapar de su barrio, de su mundo de sangre y violencia, que desde que disparó aquella pistola siendo un crío se condenó. ¿Y cuál fue la peor condena de todas? Tener la esperanza de poder escapar de su propio infierno». Le tengo especial cariño a esta canción. La compuse, creo, hace más de dos años. Quería hacer algo que se pareciese a Micah P. Hinson, sencillo y a la vez desgarrador. Creo que primero compuse la línea de guitarra y enseguida surgió el estribillo. No tardé demasiado en escribir la letra. Recuerdo haberle querido dar ese toque de patetismo en el último estribillo («¿No ves que todavía te quiero?»). Los arreglos siempre los tuve claros: cello. No me importaba nada más. La canción necesitaba un cello. Se lo pedí a mi amiga Adelaida Nogales e hizo los arreglos escuchando la canción en una horrorosa grabación desde el móvil. Cuando llegó el momento de grabar la canción (más de un año después), ella no tenía tiempo de grabar sus arreglos y tampoco -decía- se atrevía demasiado porque hacía mucho que no tocaba, así que me presentó a Mercedes Trigo, actual e imprescindible miembro de la Banda Imposible, de esas personas que lo hacen todo más fácil; igual que el señor Campini, al cual también engañé para que grabase la línea de bajo del tema. Mucho más fácil con ellos. No me cansaré de agradecérselo. Después, Paco (Niño Crudo) añadió un piano como colchón y mi amiga Mª José Pámpano, la que en mi cabeza siempre fue la voz de "la chica" en «Los heraldos negros», grabó sus preciosos coros. La canción quedó terminada. Hasta este momento, «Servicio de lavandería» había tenido multitud de vidas. La tocamos con Ombú, la tocamos en la obra de teatro «El desaparecido», con mi hermano Antonio Sánchez, el mismo que, cuando le toqué esta canción la primera vez, me felicitó por haber escrito por fin una canción que parecía una canción, con su estribillo y esas cosas. Y al final de todo ese trayecto ha llegado hasta aquí. Os dejo con ella tal y como la presento en los conciertos: «La siguiente canción es terriblemente autobiográfica». Espero que os guste. 

"Cucurrucucú Paloma"
 Esta versión no estaba incluida dentro de lo que sería «Los heraldos negros», pero no pude evitar grabarla para «Hotel Masada». Fue la última canción que grabamos, con una bonita sensación de inicio de banda, con Campini al bajo y Mercedes al cello. La primera vez que toqué esta canción fue en la presentación del fanzine «Madrecita», en Cáceres. Lorenzo Montatore y Bárbara Sánchez me pidieron que tocara algunas canciones y me pasaron una lista de los temas que les gustaría que versionase. Recuerdo con especial cariño «Mirando al mar» y, claro, «Cucurrucucú paloma». Hacía mucho tiempo que tenía ganas de tocar esta canción, puede que desde que escuchase la versión de Caetano Veloso, pero nunca había tenido la excusa para ponerme con ella. Ahora la tenía y mi versión salió de inmediato. Me colgué la armónica e hice una línea sencilla mientras tocaba, que me recordaba a la canción «Nebraska», de Springsteen. Le daba un toque americano que me gustaba mucho. Fue precisamente por esa línea de armónica por la que Paco (Niño Crudo) y yo discutimos más: a mí me gustaba ese matiz, pero Paco no lo veía. Después de varias pruebas y mucho discutir, una madrugada, a punto de irse a vivir a Bristol, Paco me mandó la línea definitiva. Me pareció espectacular. ES un armonicista espectacular. No podía haber salido mejor. Desde entonces he tocado la canción con acústica, eléctrica y con el dobro, que fue el que finalmente decidí que tomase protagonismo a la hora de grabarla. Pero aun así, faltaba algo en la canción. Y fue otra de esas cosas que tuve claras también desde casi el principio: la voz de Chloé. Habíamos tocado juntos en la Machacona y supe desde entonces que quería cantar con ella. Se pasó por el miniconcierto de la presentación del fanzine y a partir de ahí, de manera poco sutil, le sugerí que cantásemos la canción juntos. Y me dijo que sí. Para esta y para muchas más canciones más que en algún momento, si hay suerte y sobre todo tiempo (porque las ganas ya están), cristalizarán en un proyecto conjunto. Hasta entonces, sólo una cosa era segura: la canción estaba terminada. 

"Lo que querían de mí"
 En Turquía hay un ser mítico, un hombre sabio que siempre cabalga sobre su asno sentado hacia atrás, ya que hacia donde va está en manos de Alá. En manos de Ray quedaba ahora la decisión, una vez terminado su viaje, de avanzar mirando hacia atrás o de hacerlo mirando únicamente hacia el frente, pudiendo así cometer los mismos errores de nuevo. El último apunte en mis notas dice así: «Todo ha sido un espejismo. No puede ser feliz. No merece ser feliz. Nunca será feliz. Pero eso no le impide seguir escapando. De los demás, de ella y de sí mismo». «Lo que querían de mí» siempre fue la canción que cerraría el disco; de ahí ese sonido entre viejo y sucio, mono, arrugado, que Miguel Ángel Gragera supo resaltar tan bien en su masterización. El viaje de Ray terminaba aquí, al menos uno de ellos, resignándose a su destino y aceptándose como un heraldo de la muerte. Mi amigo Tomás Jiménez rodó un videoclip para esta canción que podéis disfrutar aquí: https://vimeo.com/67590598 

Gracias por acompañarme a lo largo de mi historia. Tan sólo una advertencia. Esto no es, ni mucho menos, un punto final.
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El mejor momento
Hotel Masada #202
Algo de suerte
Servicio de lavandería
Cucurrucucí paloma
Lo que querían de mí
ESCUCHAR - DESCARGAR
Hotel Masada

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